lunes, 7 de julio de 2014

11ª Entrada: Sports News


El delantero, que pasó por Belgrano en 2011, se jugó la vida por su hija Gabriela. Abandonó su profesión y decidió donar su órgano. El pasado 7 de Diciembre, se jugó su vida, y hoy se siente orgulloso de su acción.

A los 36 años, Ariel Giaccone sentía que lo era todo. Hasta que la vida prendió una alarma y entonces dejó el deporte para salvar la vida de su hija.

Grariela, su hija de 19 años, necesitaba un transplante para seguir viviendo, y Ariel supo que debía hacerlo. Y así el pasado 7 de Diciembre, le donó un riñón para que pudiera tener una vida normal y se ganó ara siempre el orgullo de ser un ejemplo dentro y fuera de la cancha, según publicó "La Voz de San Justo".

-¿Cuándo comienza ésta historia?
Me entero a mediados de Abril de la enfermedad de mi hija, puntualmente se llama deficiencia renal. Hicimos varios estudios hasta que a mediados de Junio el Doctor Mateo nos comunica la enfermedad, sin saber bien que era. Hasta se pensó que era anoréxica, pero en definitiva, era que sus riñones no funcionaban.

-¿Cuándo y cómo decides ser el donante?
-Lo hablé mucho con Laura, mi esposa, y ella supo entenderme. A Gabriela el riñón le iba a funcionar sí o sí, a mí me aparecieron los temores normales de semejante operación, pero siempre encontré el apoyo de mi familia. En agosto viajamos a Córdoba con el doctor Pablo Novoa, empezamos a hacer todos los estudios por el tema de la compatibilidad. Hay que analizar seis ramas, la más importante es la sangre. Nuestros hijos tienen la mitad de cada factor de los padres y ese 50% tiene que ser exacto a la hora de trasplantar.

-Y llegó el día… ¿Cuántas cosas pasaron por tu cabeza camino al quirófano?
-Todo sucedió en el Sanatorio Allende en Córdoba, mi operación duró cerca de seis horas, Gabriela un poco más pero muy parecido. Por suerte salió todo bien. Me sentía muy tranquilo, siento que Dios me dio esa tranquilidad. Siempre pensé en positivo: el miedo estaba, pero nunca lo trasmití a mi familia.

En resumen Ariel, a sus 36 años dejó su trabajo como futbolero, ya que su hija de 19 años tenía una deformación renal, al principio no sabían de que se trataba, incluso creían que era anoréxia. Cuando ya descubrieron que enfermedad era, Ariel habló con su mujer y como el riñon le iba a funcionar sí o sí, decidió donarle su riñon, y que fuese una chica normal.

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